Pareciera ser que el pasado se olvidó. Porque si nos remontamos a lo largo de la historia, salvo está última década, el hincha bohemio el único partido que esperaba jugar y ganar de la forma que sea eran los de San Martín.
Se criaron en el mismo barrio, tuvieron la cancha una al lado de la otra y uno de los dos debió dejar la zona. Está claro que fueron los funebreros que debieron irse. Luego pasaron muchísimos partidos, y la bronca quedó para siempre. Eso no debería ser olvidado.
En la semana previa al partido frente All Boys, que se jugó en el estadio de Huracán, los medios partidarios, y el público en general arengaban de forma tan tumultuosa como si se estuviese ante casi la final del mundo. Y más allá que ambos equipos jugaron con suplentes, la rivalidad entre las hinchadas y los cánticos fueron intensos.
Ha pasado en estos últimos años que se crearon muchas rivalidades que nunca antes habían sido. El caso del Blanquinegro, de Quilmes o de Morón. Pareciera ser que la gente necesita de un rival siempre, para tener la excusa de la hostigación constante.
Eso nos enseñaron de chiquitos, que cada equipo debe tener un clásico. Debe tener un rival con quien confrontar y con quien se generan bromas constantes. Por ahí eso en el pasado no fue así, pero así fuimos criados. Y nos creemos que debe ser así.
Por esa razón el pasado nunca deberá ser borrado. Ni dejar que nadie lo haga.
Bien
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